Hoy no es el Día del Amor. Quizás por eso este escrito no esté justificado. Pero entonces reflexiono en que realmente no existe un día especial para nada. Todos los días son especiales o no, eso depende de nosotros. Por eso, HOY, quiero contar la historia de un amor que no es el mío pero tengo licencia para compartir.
Supongo que por no ser una linda historia de amor, de las de novela, pasará desapercibida. Tal vez no, y puede que muchas personas se identifiquen con la tristeza de saberse olvidados o decepcionados después de mucho tiempo de compartir momentos buenos y malos con alguien a quien sí consideraban ESPECIAL.
Y es que los tiempos han cambiando en verdad. Cada vez van siendo menos y más discretas las delicadas demostraciones de afecto entre las parejas. Las modernas “relaciones abiertas” han dejado a un lado el respeto al compromiso que se establece entre dos personas que se escogieron para continuar juntos la vida. Si se encuentran personas besándose a todo detalle en público, manos atrevidas y muchas otras manifestaciones que lejos de indicar amor son muestra clara de poca consideración.
Las «ataduras» de antes: los hijos, la convivencia, los momentos juntos incluyendo los amargos, o simplemente el hecho de haber jurado amor eterno, ya no constituyen un impedimento. La posibilidad de recomenzar una vida al lado de otra persona y la indisposición para sobreponerse a las dificultades que acarrea la cotidianeidad, esas que también fortalecen al amor por increíble que parezca, han cambiado la perspectiva del verdadero matrimonio.
Hace poco un amigo me dijo: escribe sobre el amor, algo distinto…pero no salió nada.
baracoamulata 
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