Tener compañía es una de las necesidades de los seres humanos. Quizás es por eso que en el afán de dar y recibir atenciones terminamos buscando afiliaciones con los animales.
Perros, gatos, tortugas, aves, roedores y muchas otras especies, a veces impensables para el razonamiento humano, forman parte de las mascotas o animales de compañía que preferimos.
Sin embargo, resulta penoso ver caninos y felinos que una vez fueron miembros de una familia y un hogar, vagando por las calles en busca de alimento; aves pintorescas y cantoras encerradas en jaulas que limitan sus encantos al disfrute de una reducida cantidad de personas; y muchos otros descuidos que ponen en tela de juicio la sensibilidad humana.
A todas luces, el nivel de concienciación en la protección y cuidado de estos acompañantes, y de la fauna y la flora en general es aún insuficiente.
Claro que nunca es tarde para comenzar. Por eso, cuando hoy conmemoramos el Día Mundial de la Vida Silvestre, hago, por extensión, un llamado a reflexionar en favor de la naturaleza toda.
Es momento propicio para detenernos a pensar en esos otros habitantes del planeta tierra, con quienes compartimos recursos, oxígeno, espacio; y de hacer cuanto esté a nuestro alcance por prolongar sus períodos de vida y bienestar, en busca del equilibrio del mundo en que vivimos.
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